El noveno jueves, después del jueves Santo, celebran en el pueblo de Naiguatá la festividad de Corpus Cristi desde la primera mitad el siglo XVII.  En esta fiesta, los diablos danzantes recrean la batalla milenaria entre el bien y el mal y, se rinden ante el santísimo sacramento  pagando promesas de distintas maneras.

Se identifican por pintar sus propios trajes, usan pantalón y una camisa blanca, pintadas con cruces, rayas y círculos, figuras que impiden que el maligno los domine y usando máscaras para alejar el mal.